Lugares para visitar en Vancouver

Pero no solo la parte del Downtown y el centro tienen cosas que ver. Hay otros lugares para visitar en Vancouver que requieren desplazarse algunos kilómetros más desde la parte central de la ciudad, pero a los que merece la pena acercarse.

North Vancouver

Para mi gusto, ir a Vancouver y no cruzar el mar hasta la zona de North Vancouver es dejarse uno de los imprescindibles entre los lugares que visitar en Vancouver. Entre otras cosas, porque -con la única competencia de las vistas desde Stanley Park- desde allí es desde donde se tienen las mejores vistas del Downtown. En North Vancouver comienzan también las montañas que bordean la zona norte de la ciudad. No es una visita demasiado cara ni difícil. El catamarán Sea Bus tarda unos 15 minutos en hacer el recorrido desde Waterfront y se puede ir con un billete urbano de dos zonas.

Vistas desde el muelle y el Sea Bus

Aparte de los paisajes naturales de la zona de North Vancouver, lo que más me llamó la atención de esta parte de la ciudad -aislada del resto de la misma por una franja de mar- son las fantásticas vistas del Skyline que tenemos tanto desde el muelle de llegada del Sea Bus como desde el propio barco.

La foto desde el muelle del lado norte recoge todos los edificios principales del norte de Vancouver y nos ofrece una de las mejores imágenes de la ciudad. Lo único que puede estropearnos una maravillosa fotografía es que algún carguero se encuentre detenido entre ambas zonas de la ciudad.

Pero no es sólo el muelle de llegada el que nos ofrece grandes vistas. Si estamos listos a la hora de embarcar en el Sea Bus, podremos colocarnos en los asientos de primera fila del catamarán que hace el recorrido, frente a los que tenemos un gran ventanal que nos permite ir viendo cómo nos vamos acercando a la orilla. En el recorrido hacia la zona norte, podemos contemplar los edificios pequeños de North Vancouver que se van escalonando en la cuesta arriba de la zona, con las montañas de fondo. Por su parte, al ir hacia el Downtown, la vista que se va acercando a nosotros es la de la ciudad y sus edificios más cercanos al agua. Realmente espectacular.

El Sea Bus es un catamarán de transporte urbano, así que no es caro y tiene salidas cada poco tiempo. El billete es el urbano normal para dos zonas y, como es un billete de tiempo de hora y media nos da tiempo más que de sobra para ir, ver la vista desde el muelle de la parte norte y volver con un solo billete.

Grouse Mountain

Una de las cosas que llama la atención al desplazarnos a North Vancouver en invierno es que nos encontramos en el Sea Bus y en los autobuses urbanos con gente que lleva sus esquíes o, sobre todo, sus tablas de snowboard. La razón de ello es que a muy pocos kilómetros del centro de Vancouver se puede acceder a la Grouse Mountain, que dispone de pistas de esquí y zonas para pasear en lo alto de las montañas que rodean North Vancouver.

Grouse Mountain es un lugar fantástico para los esquiadores que vayan a estar por Vancouver una temporada y un interesante paseo para los visitantes. El paisaje cambia mucho de la nieve del invierno a la explosión de naturaleza del verano. Se accede desde North Vancouver a través de un funicular al que podemos llegar en transporte público y desde lo alto nos ofrece fantásticas vistas de los paisajes que rodean Vancouver.

Eso sí, no es barato, al menos para el turista ocasional. Quien vaya frecuentemente puede sacar su pase de un año, que compensa la visita; pero quien quiera verlo sólo una vez tendrá que desembolsar casi 40 dólares por la entrada (funicular incluido), más otra cantidad si quiere esquiar, que dependerá de si paga sólo los remontes o también el alquiler del equipamiento y demás. Eso sí, esquiar con la ciudad de Vancouver de fondo es una experiencia memorable.

Capilano Park y Lynn Canyon

Para quien quiera disfrutar de la naturaleza y los bosques de la zona de North Vancouver sin necesidad de subir a la Grouse Mountain, hay dos opciones principales. La más famosa entre los turistas es acercarse al Capilano Park, conocido por el gran puente colgante de 170 metros de longitud y a 70 metros de altura sobre el río Capilano. Excepcional experiencia cruzarlo, por cierto, que se complementa con las posibilidades de pequeñas excursiones y paseos por los bosques de la zona.

El Capilano Park es un lugar muy bonito para pasar un día completo en la naturaleza, sin prisa, pero la entrada al parque también es cara: casi 30 dólares para un adulto, con importantes decuentos para niños.

Lo que resulta un poco menos conocido para los turistas es que hay un puente y un parque similar a pocos kilómetros donde no se cobra entrada, el de Lynn Canyon. Es cierto que allí el puente colgante sobre el cañón del río no es tan largo, ni tan alto, pero proporciona la posibilidad de un fantástico paseo por el bosque sin tener que preocuparse del precio de la entrada (tan sólo de los carteles de precaución sobre la presencia de osos en algunas zonas del parque). También muy recomendable y fácilmente accesible por transporte público.

Granville Island

Granville Island es casi una zona escondida del resto de Vancouver, pese a que se encuentra a una mínima distancia del Downtown. Sin embargo, su ubicación geográfica y sus accesos hacen que tengamos que ir a propósito hasta ella para disfrutarla. Es una pequeña isla (más bien península, ya que podemos acceder por tierra), situada frente a la península principal donde se encuentra el Downtown, pero separada de ella por una franja de agua. Lo curioso es que el camino del sur de Vancouver al Downtown la ignora completamente, ya que en gran puente que une el resto de la ciudad con la Granville Street pasa sobre ella con enormes pilares.

Granville Island es una zona muy pequeña, pero bastante bohemia y peculiar de la ciudad. Es casi como una ciudad diferente dentro de la moderna Vancouver, que enfrenta sus edificios de madera bajos, su ritmo de vida pausado y sus alternativas culturales al cristal y la modernidad del resto de la ciudad. Sería la parte más hippy de Vancouver.

En Granville Island tenemos varios lugares de interés. Para mi gusto, el más bonito y colorido es el mercado tradicional, un edificio de madera en el que podemos encontrarnos todo tipo de alimentos, tanto los más comunes como otras especialidades internacionales. Destacan, sobre todo, las frutas y verduras (muchas de ellas orgánicas) y el pescado. También podemos sentarnos en su food court y disfrutar de alguna especialidad gastronómica, de un modo mucho más rústico y agradable que en otros centros comerciales de la ciudad.

Si nos gusta la cerveza, en Granville Island tenemos también la fábrica de cervezas de la marca del mismo nombre, bastante popular en Vancouver. Es un edificio pequeño, para una fábrica limitada, pero en el que podemos pasar un rato muy agradable degustando distintas variedades de cerveza.

Pero, sobre todo, es un buen sitio para relajarse, darse una vuelta y pasear tranquilamente hasta el pequeño muelle desde el que se ve parte del Downtown. Si se va durante el fin de semana es posible que uno se encuentre también con actividades culturales y muchos otros visitantes en un ambiente muy animado.

También es muy curioso, ya fuera de Granville Island, cruzar el puente que une el Downtown con el sur de Vancouver. Hay una acera por el puente, pero entre el viento que sopla y los coches que circulan a toda velocidad, puede dar un poco de miedo. Eso sí, la vista de acercarnos al Downtown con las montañas de North Vancouver de fondo es excepcional.

Commercial Drive

Para mi gusto, Commercial Drive no es una de las zonas más bonitas de Vancouver turísticamente hablando. Es más, en lo que se refiere a sus edificios y su arquitectura es bastante fea y vulgar. Sin embargo, en Vancouver tiene fama de ser una de las mejores zonas para comer en toda la ciudad. Allí se la llama también Little Italy por alojar a buena parte de la colonia italiana y tener bastantes restaurantes de esta nacionalidad, pero en realidad en las quince o dieciseis manzanas más interesantes de esta calle podemos encontrarnos cafés y pequeños restaurantes de diversa procedencia, además de los italianos: asiáticos, salvadoreños, portugueses o etíopes entre otros. Además, hay algunos cafés y pastelerías agradables.

Es una buena opción para ir a comer a una zona con muchas posibilidades de elección, a mí me gustaba para ir a comer algo tranquilo a cafés italianos auténticos, pero tampoco es que vaya a ser el punto de referencia turístico de la ciudad.

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